En junio (2024), Carmen Hormaechea y Flora Magro del IBVM quisieron conocer de cerca un proyecto de inserción sociolaboral de personas migrantes, que tienen los Capuchinos en El Pardo, de Madrid, implantado y gestionado a través de su ONG SERCADE.
Desde hace meses, a través de nuestra responsable de JPIC, Marta Santos, venimos desarrollando un plan de colaboración con el Mary Ward Centre de Toronto, en un programa de radio dirigido a los inmigrantes de habla española, tanto los que ya están en Canadá, como los que se disponen a emprender el proyecto migratorio a Canadá o a España. El programa “No hay trato con la Trata” se difunde en muchas emisoras locales de toda Latinoamérica.
Con vistas a hablar en el programa de la atención que existe para la población migrante en España, ya sea por parte de las administraciones públicas, o por las Organizaciones No Gubernamentales o ONG, quisimos entrevistarnos con María López, que trabaja en un proyecto de los Capuchinos, llevado a cabo a través de SERCADE. (SERvicio CApuchino para el DEsarrollo) en El Pardo, Madrid. Nos acompañaron Carmen Hormaechea y Flora Magro, dos religiosas del IBVM que tenían interés en conocer de cerca este fantástico trabajo.
El proyecto se llama Huerto Hermana Tierra y es de inserción sociolaboral para población migrante. Allí descubrimos que se centraban principalmente en las personas migrantes africanas subsaharianas, pero sus palabras podían servir igualmente para las personas latinoamericanas que planeen viajar a España para intentar buscar un futuro mejor, porque nos desvelaron una realidad que surge de la parte más cruel del sistema en el que vivimos, pero a la vez de una gran humanidad.
La ley de Extranjería
Debido a la ley de extranjería vigente en España y las trabas burocráticas y de todo tipo que se ponen desde la administración, las personas migrantes se ven en un intrincado callejón sin salida para poder escapar de una situación de total desprotección y vulnerabilidad.
Según esta ley, la población irregular necesita acreditar su estancia en España durante los últimos 3 años para poder comenzar el procedimiento de regularización por arraigo social, con el cual ya obtendría el permiso para trabajar. Pero superar esos tres años es una odisea. Sobreviviendo en la economía sumergida donde a menudo sufren explotación y abusos. Además de correr siempre el riesgo de ser detenidos por la policía, llevados a un Centro de Internamiento de Extranjeros y ser deportados.
La gente esquivaba estos tres años de infierno solicitando estatus de refugiado o de asilo nada más llegar al país, ya que, con el mero hecho de haber solicitado una cita para llevar a cabo este trámite, la persona ya podía ser contratada para trabajar mientras esperaba al desenlace de su solicitud, que podía llevar años; y sobre todo, no podían ser deportados por la policía. Una vez llegada la cita, si les denegaban el asilo, podían presentar sus nóminas y regularizar su situación por arraigo laboral.
Hace muchos meses que la administración pública española decidió congelar las citas para solicitar asilo y refugio, con lo cual, ni las personas irregulares ni las que huyen de una guerra o situaciones en las que su vida corre peligro, pueden acogerse a este derecho humano fundamental.
Las administraciones estatales, regionales o municipales ofrecen servicios a la población migrante, pero esta es del todo insuficiente, por lo que ese vacío lo cubren las ONG, una de ellas, SERCADE, en la que trabaja María. Ella nos explica que las ONG, a la vez que cubren los vacíos de asistencia del estado, gran parte de sus fondos provienen de las subvenciones estatales, por lo que al final el IRPF de la ciudadanía revierte en este tipo de servicio igualmente, aunque muchas ONG tienen financiación privada.
Hay organizaciones de muchas clases, las hay de apoyo legal, de inserción social y/o laboral, como la suya, apoyo psicológico, apoyo con el idioma, etc.
Tres Proyectos entrelazados
En SERCADE tienen tres proyectos entrelazados.
El primero es el proyecto Afrique, que está en el centro de Madrid. Allí cada día se puede llegar a recibir a 60 o 70 personas. Hay servicio legal, clases de español, internet para poder comunicarse con familiares etc., instalaciones para ducharse, tomar un café, etc y te ayudan a buscar dónde dormir, albergues etc., porque mucha de esta gente acaba en situación de calle. Esta migración viene muy machacada, son viajes muy traumáticos. En la primera acogida se les echa una mano también a veces con psicólogos.
El segundo proyecto es de recursos residenciales, es muy insuficiente, “solo tenemos 28 plazas en total, ojalá pudiéramos tener más, pero por el momento, es lo que hay”, afirma María.
Y en tercer lugar está el proyecto que visitamos el 9 de junio, el Huerto Ecológico Hermana Tierra, que es de Inserción socio-laboral. Allí se contrata a “chicos de la residencia o de los pisos que ya son contratables, por haber logrado el arraigo social (que incluye poder trabajar) o por ser de esas personas que ha solicitado asilo y su cita está ahí en el aire”, explica María.
“Se trata de una huerta de 2 hectáreas, de producción de verduras ecológicas y solo da para 3 trabajadores. Ahora vamos a poner en marcha un gallinero con unas 150 gallinas, que esto permitiría otro contrato y también vamos a empezar un proyecto de inserción a través de instalación de placas solares. Todo ello serán un grupo de unas 10 personas ocupadas, que se irán rotando, porque aquí no aprenden solo la especificidad del trabajo que están haciendo, como agricultura ecológica, sino que adquieren otro tipo de habilidades necesarias para el empleo, como compromiso, responsabilidad, puntualidad, trabajo en equipo, proactividad… Están aquí entre dos años y medio y tres años y saltan al mercado normalizado. Porque ya tienen una documentación y pueden acreditar una experiencia laboral.”
María está convencida de que el trabajo es lo que les cambia la vida a las personas, porque, aunque tengan el salario mínimo, ya pueden hacer planes de vida en el presente y en el futuro, y continúa, “A mí este proyecto me encanta porque aúna dos cosas fundamentales, cuidamos a las personas y cuidamos la tierra. Es que ¡hasta nuestras verduras están plantadas con cariño!”
Sensibilización en vivo y en directo
Para terminar, no podemos olvidar otra parte fundamental del proyecto llamado Huerto Hermana Tierra que es la sensibilización en dos direcciones: una sobre la necesidad de cuidar la tierra y otra sobre la migración.
En El Pardo reciben a grupos de empresas, a colegios e institutos, ¡a mucha gente! Y trabajan con estos grupos cómo el cambio climático está conectado con la migración, trabajan en nuestro huerto y hacemos actividades donde hablamos de cómo se ha esquilmado tanto a los países africanos que ahora su juventud se ve obligada a salir a buscar medios de vida fuera de sus casas. “Es un modo de imbricar a las personas que llegan con las personas que están aquí. Para que se conozcan y se entiendan, es un acercamiento real”. María no nos deja ir sin recordarnos que el Huerto Hermana Tierra es un proyecto abierto “¡y nos encanta que venga la gente!”.
Después de la visita, podemos decir que el encanto es mutuo, nosotras también disfrutamos un montón esa mañana y aprendimos muchas cosas.