Todo comenzó con un viaje casual a Gambia. Un viaje que terminaría poniendo patas arriba la vida de Verónica Hormaechea, antigua alumna del colegio BVM Irlandesas en Las Arenas. “No sé por qué, pero Gambia me atrapó; por las injusticias, sí, pero también por la vida y la alegría que desprende”. Era el año 2009 y desde entonces, lleva ya casi una década instalada en el país trabajando para ofrecer una educación de calidad para todos los niños y niñas de la zona en la que se encuentra.

Gambia es un país del que, como recalca Hormaechea, apenas se habla, así que, antes de conocer el pequeño gran centro de desarrollo integral en el que Verónica ha convertido su proyecto Sunu Buga Buga, merece la pena acercarse al país. Situado en la costa occidental, Gambia es una pequeña lengua de tierra que se adentra en el continente siguiendo los pasos del río que le da nombre, y se encuentra completamente rodeada por Senegal. En la actualidad, cuenta con uno de los Índices de Desarrollo Humano más bajos del mundo y tiene un profundo déficit de infraestructuras. Su potencial agrícola -es un lugar extraordinariamente fértil y con gran abundancia de agua- no se ha desarrollado apenas y aunque cuenta con un gran sector pesquero, no tiene apenas industria ni capacidad transformadora. El sector que más destaca es, sin duda, el del turismo, con una floreciente industria, pero está, de momento, muy enfocado a los ressorts de lujo y no tanto, todavía, a promover el desarrollo local del país. Además, arrastra una durísima historia, marcada por siglos de esclavitud, que dejó profundas huellas en las vidas y, quizás, la mentalidad del país.

¿Cómo llegaste a Gambia y cómo surgió tu proyecto Sunu Buga Buga”?

En enero de 2009 viajé por primera vez a Gambia, cuando trabajaba en una línea aérea. Fui por trabajo y por turismo, pero el país me tocó enormemente. Tanto que en los siguientes meses hice hasta 11 viajes para seguir conociendo y recorriéndolo. Cada vez estaba más atrapada por él. Pronto comencé a llevar cargamentos de medicamentos a pequeños dispensarios de organizaciones locales, aprovechando que, por mi trabajo, tenía disponibilidad para hacerlo. Esto implicaba hacer papeleos con el Ministerio de Salud y me ayudó a seguir conociendo el país más a fondo. Finalmente, ya en septiembre de 2011, me instalé definitivamente en Gambia.

¿Fue entonces cuando surgió la idea de crear la escuela?

Sí. Al muy poco de llegar, algunos niños y niñas me pidieron que les ayudara aprender a escribir. Así que empezamos con una especie de escuela, que no quería ser sólo un centro educativo, sino, más bien, lo que yo llamo un centro de desarrollo integral. Desde el primer día, no damos sólo clases, el proyecto es mucho más amplio. Por las tardes tenemos talleres y los fines de semana -si la electricidad nos lo permite- tenemos sesión de cine y otras actividades; además de servicio de botiquín, que nos pidieron los propios vecinos. En realidad, todo ha surgido de las propias necesidades del barrio.

¿Cómo han cambiado las cosas en estos años?

En lo esencial no ha cambiado nada; seguimos haciendo lo mismo, sólo que ahora con algunos recursos más, muy pequeñitos pero muy bien empleados, gracias a las aportaciones de los socios que tenemos en España. Al principio todo lo hacíamos con mi propio dinero, y ahora el proyecto ha ido creciendo.

Este año, los colegios BVM Irlandesas están trabajando precisamente sobre el derecho al acceso a la educación. Cuéntanos qué supone poder ofrecer una educación en un lugar como Ghana

La realidad es que la educación cambia la vida de los niños y niñas. Por ejemplo, el barrio en el que estamos nosotros es una zona urbana, poblada principalmente por familias que han venido desde el interior en las últimas dos décadas, atraídos por la posibilidad de trabajar en el sector turístico. Viven aquí pero son gente muy apegada a sus costumbres, entre ellas las del matrimonio precoz. Además, la educación ni se contempla para las niñas; de hecho, casi tampoco para los niños, y esto hace que las posibilidades de elegir tu vida disminuyan mucho. Creo que la educación enseña a pensar y esto permite tener capacidad de elección. Las niñas escolarizadas no se casan tan pronto y además el conocimiento y saber analizar y relacionar cosas les permite en cierto modo también tener más seguridad en sí mismos, y, por supuesto, ayuda a evolucionar en otros aspectos de la vida.

¿Cuál es la situación global de la Educación en Gambia?

Desde hace unos años, la educación pública en Gambia también es gratuita, pero las familias tienen que pagar por la comida y los uniformes, lo que para algunas es un coste inasumible o demasiado grande cuando tienen muchos hijos. Algunos de los problemas a los que se enfrenta el sistema educativo son principalmente la falta de recursos, la masificación de las aulas o algunas carencias concretas. A veces incluso al propio profesorado les falta formación, no tanto académica como de otros tipos. Por ejemplo, aquí hay muchas violencias, hay mucho estrés –entendido de una manera muy diferente al que tenemos en Europa, no nos confundamos– y el profesorado y las familias no tienen los recursos psicológicos para trabajar esto.  

Siempre explicas que la educación que ofrecéis en Sunu Buga Buga se trata de “una escuela no directiva”, ¿qué significa eso?  

Ofrecemos clase de infantil y primaria y estamos plenamente reconocidos como un centro educativo. Con escuela no directiva nos referimos a una metodología de trabajo diferente: los niños salen igual de preparados que en el resto de escuelas, pero ponemos el foco en otras cosas como el pensamiento y el análisis, no tanto en la repetición y el aprendizaje memorístico, por ejemplo.

¿Trabajáis con voluntariado?

En ocasiones sí, sobre todo para los talleres, que son muy diversos y variados. Pero siempre cuidamos mucho el tema del voluntariado. Antes de venir, tenemos que tener muy claro lo que quieren y lo que pueden aportar. Por eso suelo hablar mucho con las personas que se ofrecen a venir, es importante que se comprometan con el trabajo que van a hacer y que su propuesta sea útil para el alumnado.  

¿Qué es para ti la cooperación?

Mira, no me gusta la cooperación entendida como “de arriba abajo”, como un favor; eso es caridad, que no es más que un “limpiaalmas”. A veces, los países desarrollados, -y aclaro que no me gusta tampoco esta nomenclatura de “desarrollados” frente a “subdesarrollados” o “en vías de desarrollo”, pero la utilizo para entendernos- hacemos cooperación pero no nos gusta compartir. Y eso es lo que hace falta, compartir y ser conscientes de que somos privilegiados por lo que tenemos.

Un pequeño documental sobre Gambia y el proyecto Sunu Buga Buga

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