Teresa Ball
Teresa Ball nació en Dublín en 1794, siendo la más pequeña de una acaudalada familia. En aquella época había en Irlanda persecución religiosa y luchas políticas. La Iglesia vivía una época oscura. Los colegios podían considerarse como inexistentes.
A pesar de este panorama, la infancia de Frances, o Fanny, como era llamada en la intimidad de su familia, se desenvolvía feliz y tranquila en un hogar católico, donde pronto aprendió de su madre a preocuparse y ayudar a los pobres y necesitados.
Sus hermanas mayores, Ana María e Isabel, fueron enviadas a Inglaterra al «Bar Convent», de las Religiosas del Instituto de la Bienaventurada Virgen María, único colegio católico que había sobrevivido los años de persecución. Cuando contaba con nueve años de edad, se les unió Frances en York, tan sólo días antes de que sus hermanas, dando por terminada su educación, volvieran a Irlanda. Ana María paseaba por el jardín del convento con su hermana pequeña. La despedida estaba próxima. De pronto, miró fijamente a su hermana y le dijo: «Frances, busca primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura». Sin sospecharlo, había dado a su hermana las palabras que constituirían el lema de su vida.
Los años de colegio de Frances pasaron rápidos; durante ellos murió su padre y sus dos hermanas contrajeron matrimonio. Frances se hallaba de vuelta en Dublín, gozando una intensa vida de festejos y diversiones, cuando Dios la llamó para sí. Fue una noche de marzo de 1812, en medio de un animado baile. Frances creyó oír las palabras: «Busca primero el Reino de Dios…» al oído. Profundamente conmovida, pidió a su madre que volvieran a casa y al amanecer del día siguiente fue a ver a su confesor, el obispo coadjutor de Dublín, Dr. Murray, para comentarle su firme decisión de entregarse a Dios en la vida religiosa. El obispo, que deseaba establecer una orden religiosa para la enseñanza católica en Irlanda, sintió que se le presentaba la ocasión para llevar a cabo su deseo.
Fundación en Irlanda. Después de muchas luchas y oposiciones consiguió permiso para marchar a York a hacer allí el noviciado. En York se comprometieron a formar a Frances Ball en la vida y espíritu del Instituto, pero no podían ayudar con miembros de la comunidad ni financieramente a la fundación irlandesa.
Una vez terminada, pues, su formación religiosa y acompañada de dos novicias, también irlandesas, volvió la ya entonces Mother Mary Teresa Ball a Dublín y llevó a su reducida comunidad a establecerse en Rathfarnham en 1822. La misma tarde que llegaron allí dio a aquella casa el nombre de «Loreto», en recuerdo de la casa de Nazareth, hoy en Loreto, Italia. De ahí que, tanto la casa madre en Irlanda como todas las religiosas del Instituto sean conocidas con el nombre de «Loreto Nuns» o «Loreto Sisters».
Difusión del Instituto. Durante cuarenta años, Mother Teresa Ball luchó, oró y formó a sus religiosas para que buscaran sólo y ante todo el Reino de Dios y su Justicia, siguiendo al Señor en obediencia y humildad como ella lo había hecho.
En vida realizó 37 fundaciones en Irlanda, España y otros países. En 1841 fueron las primeras misioneras a la India. En 1846 a la Isla de Mauricio, donde se entremezclan hindúes, musulmanes, chinos y europeos. Otras fundaciones son: Inglaterra en Manchester, Canadá, Australia y Gibraltar.
Venida a España. Fue en 1851 cuando Mother Teresa Ball fundó su primera casa en Cádiz. Tenían ya, hacía unos años, un colegio en Gibraltar, y varias de las alumnas españolas de este colegio la convencieron para que hiciera esta fundación en Cádiz. Pero esta casa tuvo que ser abandonada en 1856, pues la situación en nuestro país era inestable, y fue años más tarde, en 1888 cuando un grupo de religiosas se estableció en Castilleja de la Cuesta, de donde salieron las otras fundaciones que hay en España. Como venían de Irlanda, empezaron a llamarnos «Las Irlandesas».
Hoy, a los 150 años de la muerte de Mother Teresa Ball, sus seguidoras estamos esparcidas por todo el mundo, intentando realizar los ideales que ella vivió: «Buscar primero el Reino de Dios y su Justicia…», seguras de que todo lo demás se nos dará por añadidura.