¡Qué acertadas resultan estas palabras, pese a ser escritas hace un siglo! En la sociedad en la que vivimos el consumo es esencial. Ahorrar para comprar, pedir prestado, endeudarse, tener… y así nos vamos quitando libertad. Porque tendría que preguntarme hoy ¿Me da felicidad todo lo que tengo? ¿Cuántas cosas de las que he comprado me sobran? ¿Qué coste real (medioambiental, de falta de respeto de los derechos laborales de los más débiles etc.) tiene eso tan barato que adquirí? ¡Pero si no tengo ni sitio para guardar tantas cosas! Da igual, alquilo un trastero… ¡Qué locura! ¿Cuándo voy a detenerme a pensar?

Mary Ward decía que, una cosa es poseer bienes, y otra muy distinta ser poseídos por ellos. ¡Cuánta razón en esta sencilla frase!

Para ella la libertad es desapego, y el desapego conduce a la felicidad.

Como dice Francés Torralba en el “Ideario educativo de Mary Ward”: “la persona libre vive libremente su relación con los objetos, se desprende fácilmente de las posesiones y de las cosas; está dispuesta a dar, porque sabe que en el dar habita la verdadera libertad”

Este es el camino que marcó también Jesús de Nazaret:

Texto del Evangelio (Mt 6,25-34):

«No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».

¿Me atrevo a ser feliz? ¿Quiero ser libre como estas dos grandes mujeres?

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