MI VOCACIÓN ES EL AMOR

Al leer este Evangelio, lo primero que me vino a la mente fue una cita de Santa Teresa de Lisieux: «Mi vocación es el amor». No sé muy bien qué quería decir con ella, pero para mí es un recordatorio de que, como seguidoras de Cristo, lo único que se nos pide es que amemos. Amar a Dios, amarnos a nosotras mismas y amar a los demás. Si todo lo que hiciera fuera amar, estaría siguiendo todos los mandamientos de Jesús.

Y, sin embargo, sé que esto no es fácil de hacer, especialmente por mí misma. Conocemos a personas a las que no es fácil amar y hay veces en las que me cuesta amarme a mí misma. Gracias a Dios, no se espera que lo hagamos solas. Amar es una gracia de Dios. Podemos amar porque somos amadas primero.

Mary Ward conocía bien este amor y confiaba en este amor, que, a pesar de todos sus sufrimientos, nunca renunció a su vocación. Sentía a Dios muy cerca de ella, de hecho, escondido en su corazón (Notas del Retiro de 1619). Eso le daba valor para seguir amando y confiando. Tenía una fe inmensa en el Dios que la ama. Yo también puedo confiar en el mismo amor. Este amor será también mi fuerza y mi coraje. Me ayuda recordar, sobre todo en los momentos en que me siento decepcionada por mi incapacidad para amar a algunas personas y a mí misma, que aún puedo intentarlo. Y confiar en que «Dios hará el resto».

Janet Palafox IBVM, oficina de la ONG en la ONU, NY

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