La alegría del hogar, más presente en tiempos de pandemia

Participar como comunidad de hermanas de la celebración de Pascua en nuestra parroquia local, es casi lo común en nuestras vidas, pero este año si bien fue una celebración pública, hubo pocas personas, todos cargados de cuidados y protocolos para evitar contagios de covid 19. Podría decirse que esta manera de celebrar se tiñó de cierto temor y distanciamiento. Sin embargo, en la foto que les comparto como comunidad habíamos preparado un rincón celebrativo para la noche de Pascua: y cada una puso de sus dones para que la mesa se vea colorida e iluminada. Esas pequeñas plantas reciben el nombre de “alegría del hogar” en Argentina, y son tan simples y coloridas como se ve en la foto. Cada detalle contribuyó a sentir la alegría de la Resurrección, de la nueva vida.

En este tiempo litúrgico, las lecturas bíblicas nos narran que Jesús se aparece resucitado a sus discípulos, una y otra vez, porque estaban atemorizados, encerrados, con miedo. El evangelio de Lucas 24,35-48 nos relata cómo Jesús se hizo presente en medio de ellos mostrándoles su cuerpo, diciendo una palabra, con gestos simples de cercanía: paz a ustedes… cuestionando ¿por qué se alarman? ¿Por qué surgen dudas en ustedes? tocadmeles mostró las manos y los pies… Lo sorprendente del texto para mi es que “los discípulos no acababan de creer por la alegría” … y entonces Jesús les pide algo de comer. Esto me ha llevado a reflexionar y a compartir en comunidad, cómo la alegría pareciera que “se esconde” en estos tiempos, pero no deja de manifestarse cuando somos capaces de pensar en el otro, en la otra, cuando la vida cobra sentido en los pequeños gestos cotidianos, en el amor que ponemos al preparar algo para nuestras propias hermanas y cuando “amar y servir” al modo de Jesús se manifiesta en no temer a encontrarnos, en brindarnos un espacio de escucha, en recibirnos vulnerables y también en tener la capacidad de alegrarnos por el carisma personal que cada hermana significa en su misión.

La alegría se hace presente, creíble y palpable cuando al modo de Jesús “nos acercamos”, “comemos juntas”, “reímos y disfrutamos de conocernos más” y de encontrarnos; cuando compartimos lo que el Espíritu nos va inspirando a cada una para seguir construyendo “algo distinto” en lo cotidiano y simple de la vida. La pandemia nos ofrece la gran oportunidad de “estar cerca” y convidarnos con amor y reciprocidad de lo que cada una es para bien de las demás.

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