Verdaderamente, este pensamiento de esta gran mujer, la única hispanohablante hasta el momento con un reconocimiento internacional a su trabajo literario, parece brotado de nuestra Venerable Mary Ward.
En su búsqueda de hacer la voluntad de Dios, aún sin saber lo que le esperaba, Mary comienza una misión educativa que llega hasta nuestros días, después de más de 400 años; educar y enseñar a niñas, entre otras actividades apostólicas. Con ese discernimiento y comprensión que Dios le dio, Mary Ward tenía claro que la mujer podía no sólo tener una educación, al igual que el varón sino que llegaría a realizar grandes cosas. Grabriela Mistral es una muestra de tantas grandes mujeres anónimas que gracias al empeño de otras muchas, han recibido una educación y han luchado por ocupar un lugar en la sociedad, transmitiendo los valores recibidos.
Es necesaria la educación para un adecuado proceso de desarrollo de la persona en todos los sentidos; la capacidad intelectual (conocimientos y habilidades), moral, valores y creencias y hábitos de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen; porque como Mary decía, Dios ama la sencillez, no la ignorancia y es necesaria para llegar a conocer la Verdad que nos hará distinguir las cosas según su verdadero valor.
La mujer siempre ha realizado grandes cosas y las continúa haciendo pero aún queda mucho por hacer.
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