FESTIVIDAD DE LA TRINIDAD

Juan 20,19-23

“Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará. Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”.

Jesús nos revela un misterio profundo de Dios: la dinámica interna del amor trinitario que se manifiesta en la historia de la salvación. Jesús habla del Padre, de sí mismo, y del Espíritu de la verdad que ha de venir. Se trata de una comunión viva de amor y de comunicación, donde cada Persona divina actúa en relación con las otras, en una unidad que se despliega como un movimiento de donación y acogida.

Esta comprensión relacional de Dios es la fuente de nuestra espiritualidad y misión; como dice las Constitución 2.2, del IBVM. VOL II

“Nuestra inspiración nace de la vida y de la relación de la Trinidad, cuyo amor de entrega generosa dinamiza todo el cosmos A través de esta santa comunión de Personas somos incorporadas a la misión expresada de manera única en la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret”.

Seguimos a Jesús desde la contemplación de este misterio trinitario, Jesús vive completamente en relación: con el Padre, con el Espíritu, con la creación entera, con los más débiles, con cada persona. Su modo de ser, su entrega, su obediencia y su compasión son reflejo del dinamismo interno de Dios.

Por eso, la Trinidad es también un modo de vivir y de estar en el mundo.

El Papa Francisco nos recuerda en la encíclica Laudato Si que todo está conectado precisamente porque el amor trinitario ha dejado su huella en toda la creación. Esta conexión simplemente por causas naturales, sino que es una expresión del amor originario de Dios que busca comunión, armonía, cuidado mutuo. En un mundo herido por la fragmentación, el individualismo y la desconexión, vivir desde la Trinidad es optar por relaciones sanadoras, por comunidades abiertas, por una solidaridad global que brota de lo más profundo del corazón de Dios.

Vivir trinitariamente es vivir “en salida”: salir de sí para acoger a la otra persona, dejarse transformar por el amor, construir comunidad, discernir juntas el camino, y cuidar de la creación como casa común.

Es también discernir desde el Espíritu, que como en el Evangelio, sigue hablándonos hoy, guiándonos hacia la verdad plena a través de los signos de los tiempos y del clamor de la tierra y de los pobres.

La Santísima Trinidad no es un misterio lejano: es el corazón de nuestra vocación y la fuente de nuestra misión. En ella descubrimos que no estamos solas, que no actuamos por nosotras mismas, sino desde una comunión profunda que nos une a Dios, a las demás y a toda la creación.

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