EVANGELIO, DOMINGO DE LA ALEGRÍA
«En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos, los envió al Señor diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?». Los hombres se presentaron ante Jesús y le dijeron: «Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» En aquella hora Jesús curó a muchos de sus enfermedades, achaques y malos espíritus, y dio a muchos ciegos les otorgó la vista. Y respondiendo, les dijo: «Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados; ¡y bienaventurado el que no se escandalice de mí!» Lc 7,19-23
“Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros.” (LS 42)
“Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas.” (LS 43)
“Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar.” (LS 49)
Gracias Jesús por ser buena noticia para todas las personas sin hacer distinción. Que en nuestra vida así lo seamos y no nos escandalicemos de quienes hacen el bien.