EVANGELIO, CANTO A LA DISPONIBILIDAD Y ALEGRÍA

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» Lucas 1,39-45

“El principio del bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con unos derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral” […] (LS 157)

Reflexión: ¿Cuál es la motivación si el bien común no ocupa un lugar preferente en mi vida? ¿Qué hago para que esto cambie?

“Siempre podremos salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás. […] Si vencemos el individualismo seremos capaces de llevar un estilo de vida diferente y provocar cambios significativos en la sociedad”. (LS 208)

Reflexión: ¿Qué aspectos de mi estilo de vida necesito cambiar para no caer en el consumismo? ¿Cuál debe ser la actitud correcta para vencer el individualismo (si es que se da) y correr como María para ayudar, compartir, alegrar…?

María joven virgen (embarazada sin estar casada) e Isabel anciana estéril (incapaz de generar vida), motivos de marginación y descarte en la sociedad de su tiempo. El Papa en (LS 243 y 245) nos habla de la cultura del encuentro. María se “llenó de gracia” e Isabel se “llenó del Espíritu Santo”.

Reflexión: ¿Cuál es mi disposición ante el clamor de los pobres y de la Tierra? ¿me dejo llenar de la presencia de Dios como ellas desde la sencillez, la humildad y la pobreza?

Gracias Señor por el gran regalo de la Creación, por tu presencia en TODO y en TODOS, por esa sensibilidad que creas en mí para ser consciente de la realidad y ponerme en camino.

Dame tu fuerza para responder con prontitud a esa llamada que me haces de cuidar bien nuestra CASA, para ser el ejemplo que esperas de mí y estar atenta al grito de los más necesitados.

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