BAUTISMO DEL SEÑOR
Jesús es bautizado Mt. 3, 13-17
“Entonces se presenta Jesús … para ser bautizado por él” (v. 13)
Todos los que se ponían en la fila para recibir el Bautismo, pedían el perdón de sus pecados y así se disponían a recibir la inminente llegada del Reino.
Jesús se acerca para ser bautizado por su primo Juan, se pone en la fila como uno de tantos. Quiere comenzar su predicación con una buena preparación: la conversión de los pecados. Jesús, el Hijo de Dios, que no conoce el pecado, acoge todos nuestros pecados para redimirlos… ¡Tanto se encarnó! que experimenta nuestro mal, nuestro egoísmo, nuestra insolidaridad, nuestra envidia, nuestro pasotismo… nuestro pecado. En el Bautismo le vemos lleno de amor por nosotros; nos acoge como somos y nos da una vida nueva: la vida del Espíritu. Él quiere que seamos profundamente HUMANOS. ¡Qué importante es para nosotros/as, discípulos del siglo XXI, tomar nota de este proceder de Jesús!: Él se acerca a los pecadores, les enseña el camino, les (nos) perdona, les (nos) da un corazón nuevo…, pero no quiere que nos sintamos mejores que los demás y de ese modo criticarles y desvalorizarlos pasando de ellos, sino que quiere que seamos humildes y comprensivos.
“Una vez bautizado Jesús, salió del agua … a quien he elegido” (vv. 16 y 17)
Cuando Jesús sale del agua, una vez que se ha hecho cargo de la suerte de su pueblo, recibe la confirmación de su misión y es presentado ante quienes estaban esperándole: “Este es mi hijo amado, mi predilecto” ¡Qué experiencia de Dios! Jesús se siente amado por su Padre y así puede realizar su misión. ¿Y nosotros/as? También recibimos al Espíritu Santo y con él podemos salir a recorrer el camino de tantas personas que nos necesitan. Cuando vivimos esta actitud de salida, podemos escuchar también nosotros/as: Tú eres mi hijo, mi hija, mi amado y mi amada … sois mis predilectos/as.
Camino Murillo CJ, España