Nuevos movimientos sociales para una nueva democracia

Se autodenominan «la hermandad internacional de los alborotadores». Estos movimientos de base que han surgido en toda África en menos de una década tienen varias características en común. Todos operan sobre la base de pronósticos políticos más o menos similares, informados en mayor o menor medida por dos grandes realidades: una profunda desafección pública hacia la política institucional causada por la erosión del prestigio y la credibilidad de una clase política divorciada de las necesidades y realidades de los ciudadanos de a pie y unas condiciones sociales adversas que limitan las perspectivas de los ciudadanos en general y de los jóvenes en particular, como las elevadas tasas de desempleo, las escasas perspectivas de futuro y las continuas subidas de los precios de todo, desde los productos de primera necesidad hasta las matrículas universitarias.

Existe por tanto un vínculo claro y comprensible entre las circunstancias negativas superpuestas con las que lidian a diario muchas personas en África y su insatisfacción e indignación con el statu quo que explica sus demandas de reforma socioeconómica y renovación democrática.

El espíritu que subyace tras el tipo de movimientos de protesta que están surgiendo en África se parece en muchos aspectos al de otros que han surgido periódicamente en otras partes del mundo desde 2010 como son los levantamientos de la Primavera Árabe, los movimientos de ocupación desde Wall Street hasta Londres, las protestas de los indignados en España entre otros. En el caso de los movimientos del África subsahariana, Manuel Castells los describe como un nuevo tipo de movimiento social: movimientos en red que funcionan sobre la base de marcos de afiliación, acción y organización distintos de los adoptados por sus homólogos más convencionales. Un aspecto clave de estos nuevos colectivos que les diferencia de sus predecesores es su capacidad para movilizar ocupaciones callejeras y dominar los espacios digitales del discurso público hasta conseguir viralizar sus ideas y reivindicaciones.

Algunos estudiosos denominan a estos movimientos ciudadanos africanos como la tercera ola de democratización en África pues son los abanderados de grupos anteriores que contribuyeron a la descolonización en la década de 1940 y derribaron numerosos regímenes unipartidistas atrincherados en la década de 1950.

Aunque las tácticas empleadas actualmente en África varían de un grupo a otro, muchas son comparables. La poesía de guerrilla urbana y los conciertos itinerantes de Y’en a Marre en Senegal y los conciertos educativos de Balai Citoyen en Burkina Faso son ejemplos de activismo cultural; las iniciativas culturales pueden combinarse con acciones callejeras y protestas no violentas, los salongos (sesiones de trabajo comunitario) organizados por LUCHA en el Congo y las iniciativas de limpieza de calles dirigidas por Balai Citoyen en Burkina Faso han servido para reforzar la cohesión del grupo y demostrar el compromiso de cada movimiento con el bien común.

Todos estos métodos están estrechamente alineados con los objetivos del grupo. La naturaleza de las actividades de estos movimientos, muy diferente de la de los partidos políticos convencionales, refleja su rechazo explícito de la política institucional. Su coherencia en este sentido es un rasgo característico que los distingue de otros movimientos y su estrategia es influir en el curso de los acontecimientos políticos desde fuera.

Aunque todos estos movimientos exigen que se actúe sobre problemas socioeconómicos específicos y que se lleven a cabo reformas institucionales que conduzcan a una mayor transparencia y rendición de cuentas por parte del Gobierno y a mayores oportunidades de participación ciudadana en la gobernanza democrática, también comparten otro objetivo fundamental, que es la concienciación de sus conciudadanos. El primer grupo que abordó específicamente la necesidad de reeducar a la sociedad fue Y’en a Marre, que ha hecho un llamamiento a sus conciudadanos para que se conviertan en un «nuevo tipo de senegalés» (NTS) con un sentido más agudo de la responsabilidad cívica. Balai Citoyen también ha abogado por la aparición de un «nuevo tipo de burkinés» que encarne los ideales de Thomas Sankara. Sams’K le Jah aboga por seguir el camino marcado por Sankara hace décadas, subrayando que el nuevo tipo de ciudadanía que su grupo se esfuerza por suscitar es exactamente lo que el expresidente asesinado «había soñado: una persona recta, honesta y trabajadora que se preocupa por su país, una nación que ama a otras naciones».

Fuente: «Informe África 2019 – dinámicas transfronterizas en un contexto globalizado», de la Fundación Alternativas. Capítulo 1: Nuevos movimientos sociales para una nueva democracia.

Por Carlos Bajo Erro

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