Este es el lema elegido este año para la celebración, como cada 10 de diciembre, del Día Internacional de los Derechos Humanos. Este día se conmemora uno de los compromisos internacionales más básicos y a la vez más revolucionarios: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consagra los derechos inalienables de todo ser humano solo por el hecho de serlo, independientemente de cualquier otra condición. Este reconocimiento universal nos iguala y nos dignifica a todos los seres humanos.
El tema elegido este año es un llamamiento a reconocer la importancia y relevancia de los derechos humanos en nuestra vida cotidiana. También una invitación a revitalizar un movimiento mundial por su reconocimiento y difusión, contrarrestando los discursos de odio y la desinformación que se hace cada vez más presente en todos los medios sociales.
Antonio Guterres, el Secretario General de las Naciones Unidas nos recuerda que “los derechos humanos son la base de sociedades pacíficas, justas e inclusivas”, ya que pueden empoderar a las personas y a las comunidades para forjar un mañana mejor. Son un camino hacia las soluciones, desempeñando un papel fundamental como fuerza preventiva, protectora y transformadora.
Conocerlos, defenderlos, exigirlos y disfrutarlos es nuestra máxima aportación a un mundo más habitable y humano para las futuras generaciones.