Durante el mes de octubre se celebra en el Vaticano la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, titulada “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Aunque este organismo consultivo viene funcionando desde su creación hace más de 50 años por Pablo VI en el marco del Concilio Vaticano II, en esta ocasión se incorporan varias novedades que lo hacen único.

En primer lugar, la temática y la forma en que fue planteada por el papa Francisco. Se trata de una invitación a recuperar tres dimensiones fundamentales de la Iglesia (comunión, corresponsabilidad y participación) basándolas en la dignidad bautismal de todo el Pueblo de Dios, independientemente de su ministerio o jerarquía; lo que supone también abordar una reforma de la estructura y gobierno de la Iglesia, hacia un modelo más colegiado e inclusivo y menos clerical.

En segundo lugar, es novedoso el proceso del evento sinodal y su metodología. Los trabajos preparatorios comenzaron en 2021. El proceso, dividido en tres fases, ha permitido involucrar a millones de personas. Las dos primeras fases (diocesana y continental) han dado lugar al documento (Instrumentum laboris) que será trabajado durante la Asamblea sinodal y servirá para iniciar las discusiones de los miembros participantes y focalizar sus decisiones.

El documento está estructurado en fichas sobre las tres cuestiones prioritarias: comunión, corresponsabilidad y participación. Cada ficha, contextualiza la situación y formula una pregunta para el discernimiento e incorpora algunas intuiciones que fueron recogidas durante las fases anteriores. Entre las cuestiones planteadas están el celibato opcional, el acceso de la mujer al diaconado, la acogida de personas divorciadas o el colectivo LGTBQ+ en la Iglesia. También aborda cambios profundos en la estructura institucional de la Iglesia, cómo debe evolucionar el papel del Obispo de Roma y el ejercicio del primado en una Iglesia sinodal. En cuanto a la relación con otras Iglesias y comunidades eclesiales apunta como clave para el discernimiento la necesidad de una sanación de la memoria y la necesidad de un compromiso ecuménico renovado.

Otra gran novedad tiene que ver con la participación en la Asamblea General. Hasta ahora se trataba de un organismo consultivo formado fundamentalmente por Obispos. En esta ocasión, de un total de 363 miembros, hay 70 participantes no Obispos con derecho a voto, de los cuales 54 son mujeres. Dos de ellas figuran entre los Presidentes Delegados.

Pat Murray, Ibvm, secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales, es una de las participantes con voto en este encuentro Sinodal. Pat afirma que, mientras que escuchar es una palabra clave en el Sínodo, “también es una manera de cambiar la sensación de que la verdad reside en la cima de la jerarquía en cualquier estructura eclesiástica”.

Cristina Inogés-Sanz, que forma parte de la Comisión Metodológica del Sínodo, ha recalcado en varias ocasiones la apertura al Espíritu en todas las fases del proceso sinodal.  Destaca cómo a pesar de la resistencia de algunos sectores eclesiales, ha sido posible la inclusión sin cortapisas de todos los temas “espinosos”, y el tono de humildad ante determinadas formas de actuación que ahora se reconocen como erróneas. Y anima a que todos los participantes en la Asamblea puedan hablar libremente y actuar sin miedo.

Muchas organizaciones de mujeres y laicos en la Iglesia han aportado sus reflexiones y propuestas en las fases previas del sínodo. Entre ellas la Red Católica por la Igualdad de las Mujeres (CNWE), el Observatorio Mundial de las Mujeres (WWO), o el Consejo de Mujeres Católicas (CWC) al que está incorporado el movimiento Revuelta de Mujeres en la Iglesia de España. A través de herramientas como encuestas y talleres han favorecido la reflexión y la conversación sobre el papel del laicado y especialmente de la mujer en la Iglesia sinodal. En la medida en la que hemos podido participar de estos encuentros y diálogos, hemos percibido con esperanza esa Iglesia viva que se expresa con dignidad y que sueña con que la sinodalidad se haga costumbre, sin vuelta atrás.

Paralelamente a las reuniones de la Asamblea General Ordinaria, han sido organizados diferentes eventos (vigilias de oración, marchas, seminarios) conformando lo que se ha dado en llamar el “sínodo alternativo”. Destacamos la organización de Spirit Unbounded, que tendrá lugar desde el 8 al 14 de octubre, que consistirá en encuentros presenciales y on line, en los que participarán, entre otras personalidades, Mary McAleese (ex presidenta de la República de Irlanda) y Cherie Blair, ambas mujeres católicas activistas. Será interesante conocer el trabajo y las demandas de los grupos católicos y ecuménicos que conforman esta red global sobre algunos de los temas que no han conseguido entrar en la agenda de la Asamblea Sinodal oficial. Por ejemplo, la ordenación presbiteral de las mujeres, como reconocimiento del trabajo pastoral y la formación teológica que miles de mujeres realizan como servicio en la Iglesia. Nuestro agradecimiento y apoyo a todas ellas por su labor.

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