Lola Picamill

Hace unas semanas entraron en mi departamento cuatro estudiantes norteamericanos para hacer sus prácticas con la empresa en la que trabajo.

A inicios de semana me avisan de que la decana de su universidad vendría este viernes a reunirse conmigo para conocer la empresa y hablar sobre las funciones que sus alumnos estaban llevando a cabo.

Llegado el viernes, tenemos la reunión prevista con la decana y su acompañante.

Al acabar la reunión, mientras esperaban al taxi que les llevaría de vuelta a la ciudad, se me ocurre preguntarles de dónde son para amenizar la espera.

La decana de la universidad, Diya, me cuenta que vive en una ciudad cerca de Boston, pero que es de la India.

Esto hace aumentar mi curiosidad, por lo que le pregunto de qué parte de la India procede, a lo que me responde que estudió en la universidad de Delhi, pero que nació y vivió hasta entonces en Calcuta, donde aún reside su madre.

En ese momento, mi corazón da un vuelco.

Necesitaba preguntarlo: ¿conoces a las Loreto Sisters?

Al ver su expresión supe la respuesta.

Diya es antigua alumna del Loreto Day School Sealdah en Calcuta, colegio en el que nació el primer Rainbow Home de la mano de Sister Cyril, nacimiento que ella vivió como alumna del colegio.

Le explico que formo parte del equipo de Rainbow Family, que pasé un verano allí con las niñas y que estoy deseando volver.

Con la sensación de conocerla de toda la vida, me atrevo a pedirle que me cuente un poco más de esos inicios, de Sister Cyril y de Calcuta en general.

Ella, con una enorme sonrisa que ni la mascarilla podía disimular, me cuenta que cada jueves iban a los slums (suburbios de Calcuta donde se encuentran los asentamientos más pobres de la ciudad) a conocer y dar clase a los niños de allí.

«Sister Cyril siempre iba en su moto. Cada vez que el autobús del colegio tenía que pasar por un cruce, ella se bajaba, paraba el tráfico y, tras pasar el autobús, volvía a montarse en su moto y retomaba el camino.»

Todo lo que cuenta de ella coincide con lo que había escuchado antes, mujer con carácter, trabajadora y de corazón enorme. Siempre presentando la educación como medio de crecimiento y liberación de las personas.

Conocerla en 2019 había sido para mí de los momentos más emocionantes de mi vida.

Ante la perplejidad de su compañera, Diya se dispone a ponerla en situación. «Sister Cyril es una visionaria, una adelantada a su tiempo. Nos trataba con mucho cariño, pero con firmeza, nos hacía ver que con estudio, esfuerzo y disciplina podíamos conseguirlo todo».

Añade que gracias a ella ha llegado a dónde está y que así se lo hizo saber.

«Las hermanas de Loreto tienen colegios por todo el mundo, son mujeres increíbles.»

Y añade la frase que termina de emocionarme:

«Son mujeres que, gracias y a pesar de su religión, consiguen lo que se proponen»

Nos damos nuestros emails con la certeza de que nos pondremos en contacto, pues nos ofrece en todo momento su ayuda si es necesaria. Insistente y amable, añade que ojalá nos encontremos alguna vez allí.

Muy emocionadas por la conversación que habíamos tenido y ante la perplejidad de mis compañeros de trabajo, nos despedimos con un abrazo.

Muchos llamarían a esto casualidad o destino, yo lo llamaría un capricho de Mary.

Cuando entras en un colegio de Mary Ward, sin saberlo, pasas a formar parte de una familia. Se crea un vínculo entre desconocidos.

Se trata de una red que une muchos puntos del mundo, cada cual más diferente, pero con algo en común: personas que, como le gusta decir a mi hermana, «estamos cortadas por la misma tijera».

Incapaz de sacarme la situación de la cabeza, deseando compartirla con las rainbows, con las sisters y con todos los que me rodean, me doy cuenta de lo afortunada que soy.

Qué suerte tengo de pertenecer a algo tan grande y tan bonito. Al milagro de Mary Ward.

Lola Picamill

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