El lunes 22 de abril de 2024 se celebra la 54ª edición del Día de la Tierra, una jornada para visibilizar la importancia de nuestro planeta y la conservación de sus ecosistemas en todos los continentes y océanos.

El poderoso mensaje «La Tierra está ardiendo» nos confronta con la urgencia de la crisis climática y ambiental que enfrentamos. En medio de este fuego simbólico, estamos reflexionando sobre nuestro papel en el desencadenamiento y propagación de estas llamas, así como en nuestra capacidad para extinguirlas y restaurar la salud de nuestro planeta.

Desde la encíclica Laudato Si’, recibimos un llamado a la acción, un llamado a reconocer la interconexión entre todas las formas de vida y a asumir la responsabilidad por nuestro impacto en la Tierra. En este contexto de emergencia, alimentar la belleza de la Tierra no es solo una opción, sino una necesidad imperativa para la supervivencia de todas las especies.

Nos encontramos en un momento crucial donde cuestionamos nuestras prácticas pasadas y presentes que han alimentado las llamas de la destrucción ambiental. Estamos esforzándonos para restaurar nuestro planeta, no solo como un acto de redención, sino como un acto de amor y respeto hacia todas las formas de vida que comparten este hogar con nosotros. Hemos tomado decisiones personales e institucionales. El Plan de Acción Laudato Si’ con sus objetivos nos proporcionan un marco. De la misma manera los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS) donde todos los objetivos se interrelacionan nos impulsa a crear sinergias a la hora de actuar.

La crisis climática y ambiental no afecta a todos por igual, y las comunidades más vulnerables son las que sufren las peores consecuencias de esta devastación. En este sentido, cuidar de las personas afectadas por el fuego de la Tierra,  y las diversas consecuencias que produce, es una parte integral de nuestra respuesta. La justicia ambiental y la solidaridad se han vuelto imperativas en nuestra búsqueda por apagar las llamas y sanar las heridas causadas por la destrucción ambiental.

En este Día de la Tierra, nos enfrentamos a la realidad de que nuestro hogar está ardiendo. Pero también nos enfrentamos a la oportunidad de apagar el fuego con acciones colectivas y comprometidas. Renovamos nuestro compromiso con la belleza de la Tierra, cuestionamos nuestras acciones, trabajamos incansablemente por su restauración y cuidamos de aquellos que más lo necesitan. En esta lucha, encontramos esperanza y la posibilidad de un futuro donde la Tierra pueda volver a florecer en toda su plenitud.

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