El pasado mes de junio, la oficina conjunta de IBVM y CJ JPIC Mary Ward organizó un encuentro virtual con el título “Educación Ecológica” a cargo de la hermana Anne Falola, misionera de Nuestra Señora de los Apóstoles. Falola es licenciada en Guidance & Counselling (Orientación y Asesoramiento) y Máster en Espiritualidad Cristiana por el Heythrop College de la Universidad de Londres. Ha trabajado en Nigeria, su país natal, en Argentina y en el Reino Unido, actualmente es Consejera General de su congregación en Roma. Ofrecemos un resumen de su enriquecedora presentación.

La educación ecológica es fundamental en la formación de ciudadanos conscientes y responsables con el medio ambiente. Este proceso educativo busca crear una comprensión profunda de las interacciones entre los organismos y su entorno, equipando a las personas con los conocimientos y la mentalidad necesarios para actuar como administradoras responsables del planeta. Esta educación se puede impartir en diversos entornos como escuelas, parroquias, centros sociales, ámbitos políticos, mercados y centros de salud, integrando la alfabetización ecológica en todos los aspectos de la vida.

La ecología, como ciencia, estudia cómo los organismos interactúan entre sí y con su entorno físico. Se examina en múltiples niveles, desde organismos individuales hasta poblaciones, comunidades, ecosistemas y la biosfera. La educación ecológica promueve la comprensión de estas interacciones, destacando su relevancia para la sostenibilidad del planeta. Las personas ecológicamente alfabetizadas están mejor preparadas para tomar decisiones informadas y ambientalmente conscientes en sus vidas personales y profesionales. Además, fomenta un sentido de responsabilidad y conexión con el mundo natural, lo que es crucial para enfrentar retos globales como el cambio climático, la pérdida de hábitats y la contaminación.

No obstante, la educación ecológica enfrenta varios desafíos. La urbanización creciente en las ciudades dificulta la conexión de las personas con la naturaleza, generando abuso y uso excesivo de productos y prácticas nocivas. La pobreza también juega un papel importante, ya que los más pobres sufren más las consecuencias de la crisis ecológica y tienen menos opciones para tomar decisiones que protejan el medio ambiente. Además, el consumismo y el capitalismo, con su cultura del despilfarro y la maximización del beneficio, representan un gran obstáculo para la vida sostenible. La ignorancia y la falta de educación ecológica agravan estos problemas, haciendo necesaria una mayor concienciación a todos los niveles: religioso, político, cultural y científico.

Para abordar estos retos, la educación ecológica adopta varios enfoques. Las experiencias prácticas, como las excursiones y actividades en la naturaleza, son esenciales para conectar a los estudiantes con el entorno natural. La integración de conceptos ecológicos en diversas asignaturas muestra la interconexión de los ecosistemas con otras disciplinas, fomentando un pensamiento holístico. El aprendizaje basado en proyectos anima a los estudiantes a tomar un papel activo en la resolución de desafíos ambientales reales, mientras que la participación de expertos en ecología y conservación añade una dimensión dinámica al aprendizaje.

La tecnología y los recursos virtuales también juegan un papel crucial, conectando el aprendizaje en el aula con escenarios ecológicos del mundo real. Además, la colaboración con organizaciones medioambientales locales, grupos conservacionistas y agencias gubernamentales involucra a los estudiantes en iniciativas de conservación, como la plantación de árboles, la limpieza de playas y la restauración de hábitats, dándoles una sensación tangible de contribución al bienestar de su comunidad y del planeta.

La educación ecológica se desarrolla en varios niveles. En el nivel básico, se trata de comprender el concepto y asumir la responsabilidad de actuar. En el nivel secundario, implica trazar acciones concretas e integrar estas acciones en la sociedad en general. En el nivel avanzado, se enfoca en promover cambios en políticas y estilos de vida, creando grupos de acción para garantizar la continuidad de los esfuerzos de sostenibilidad.

Aspectos esenciales de la educación ecológica incluyen la concienciación, utilizando eventos y medios de comunicación para destacar las consecuencias del cambio climático; la formación, integrando la educación ecológica en todas las asignaturas y aspectos de la vida; y el desarrollo de una espiritualidad ecológica que potencie la conversión ecológica. Además, el trabajo en red con otras organizaciones y entidades es fundamental para salvaguardar la creación, asegurando un marco institucional que apoye estilos de vida sostenibles.

En conclusión, la educación ecológica es un enfoque integral y necesario para la sostenibilidad del planeta. A través de la concienciación, la formación, la espiritualidad y el trabajo en red, se pueden promover cambios significativos que aseguren un futuro más sostenible para todas las generaciones. La implementación de políticas y acciones concretas a nivel personal e institucional es fundamental para garantizar la continuidad de estos esfuerzos, asegurando que las futuras generaciones vivan en un mundo más saludable y equilibrado.

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