Hace un tiempo, Irene Reynolds, IBVM, tuvo la iniciativa de apoyar de una forma original a la infancia de Sudán del Sur. En este país, marcado por la inestabilidad y la guerra, la escuela Loreto trabaja día a día para ofrecer un futuro mejor a niños y, especialmente, a niñas.

Ella misma lo explica así:

Soy Irene Reynolds, pertenezco al equipo de religiosas del IBVM y me complace presentarles una iniciativa que une mi pasión por el arte con el deseo de contribuir al futuro de muchas niñas y niños en Sudán del Sur.

A través de la venta de mis cuadros, destino íntegramente lo recaudado para apoyar a la escuela del IBVM en Sudán del Sur, cuya misión es proporcionar educación a niñas y jóvenes en una región que enfrenta enormes desafíos. Este colegio nace del espíritu de Mary Ward, quien dedicó su vida a la educación y mostró una profunda pasión por mejorar la condición de las mujeres.

¿Cómo puedes ayudar?

Al adquirir una de mis pinturas, estarás contribuyendo directamente a esta noble causa. Cada cuadro vendido representa una oportunidad más para estas niñas y mujeres, quienes, gracias al apoyo de personas generosas como tú, pueden acceder a una educación que transforme su futuro.

Tu compra no es solo un gesto de apoyo: con ella, ayudas a construir un mundo más justo para ellas.

¡Te invito a ser parte de esta iniciativa!

Agradezco de corazón tu apoyo, tu generosidad y tu interés en formar parte de este esfuerzo.

Hoy, casi todas las pinturas han sido vendidas y lo recaudado ya ha llegado al colegio de Loreto en Rumbek, Sudán del Sur. Aún quedan algunos cuadros disponibles en la residencia de El Soto, en Madrid, así que, si quieres sumarte a esta causa, todavía estás a tiempo.

Gracias, Irene, por esta hermosa iniciativa llena de arte, corazón y solidaridad.

Ese cuadro captura la imagen tranquila y tierna de un oso polar durmiendo, recostado en su hábitat natural. La escena está bañada por la suave luz del sol, que se filtra a través de un cielo despejado, creando un contraste cálido con el frío entorno ártico. El oso, en una postura relajada y tranquila, parece estar disfrutando de un merecido descanso. Esta obra transmite una sensación de paz y armonía, capturando la belleza silenciosa del mundo natural y el momento de descanso de un majestuoso animal.

En el cuadro, tres osos polares se encuentran juntos en una postura tranquila, mirando al espectador, con su pelaje blanco que resalta en el entorno. Bajo sus patas se extiende una alfombra de flores moradas, que aportan suavidad y serenidad al paisaje. El fondo muestra un cielo despejado de tonos azules suaves, iluminado por la luz del día.
El contraste entre los osos polares y las flores moradas, uniendo elementos fríos y cálidos, evoca sensaciones de armonía, paz y una relación especial entre la fauna y la flora.

El cuadro muestra a una niña frente a un muñeco de nieve, ambos mirándose con una expresión de complicidad. La niña, vestida con un abrigo, bufanda y gorro, sonríe mientras observa al muñeco de nieve, quien tiene una nariz de zanahoria y ojos de carbón, como si cobrara vida. El fondo invernal está lleno de nieve y los árboles cubiertos de escarcha.
La escena evoca un sentimiento de inocencia y la pureza de la conexión entre la niña y su creación, capturando la esencia de un momento de fantasía y alegría en medio del invierno.

Este cuadro captura una escena tranquila en la playa de la Concha de San Sebastián, donde dos mujeres y una niña miran el mar. Una de las mujeres sostiene un perro, mientras la niña, vestida con un delicado vestido azul, observa fascinada la playa. La composición refleja la serenidad del lugar, con el mar calmado.
La obra transmite una sensación de calma y contemplación, invitando al espectador a sumergirse en el paisaje y en ese momento único de conexión con la naturaleza. Es una representación de la belleza de la costa vasca y de la quietud que se puede encontrar en sus paisajes.

El cuadro muestra una niña con un vestido rodeada de símbolos, utilizando la frase “Cuida y regala la vida que hay en ti”. El cuadro en conjunto evoca un mensaje de generosidad, cuidado por la naturaleza y la importancia de compartir la vida con los demás.

El cuadro muestra a una mujer sosteniendo un bebé en sus brazos, con una expresión de ternura y melancolía. A pesar de la suavidad de su rostro, sus ojos reflejan tristeza y complejidad de su experiencia con la infertilidad.
El bebé, envuelto en una manta, simboliza esperanza y consuelo, siendo el centro de su mundo. El fondo, transmite calma y fragilidad emocional. El cuadro evoca una mezcla de sentimientos de amor, tristeza y esperanza, reflejando la profundidad de la maternidad más allá de lo biológico.

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